29 diciembre 2015

Humo

***


Me resigno a la posibilidad de convertirme 
  en ceniza,
voy a evaporarme como la voz de Dios en los campos
donde la fieras duermen,

entrego mi voz al aliento triste de las palomas que se posan

sobre el mar
para ver 
a profundidad el corazón de la tierra
al que no
  pertenecemos,

digo, entonces,


sea el cielo a las palomas por siempre, y el viento escurridizo

como un marca pasos
sempiterno en las manos
  del  hombre.

Conjuro (secretamente) que el asfalto se parta en dos

 que la piel sobre los huesos
sea la pintura y no el lienzo,
 que lo huesos marfiles
 marchen 
al compás de los caminantes nocturnos que ya no tienen nada 
qué perder

Conjuro que seamos obras de arte 

  de una buena vez
para no desconocer lo desconocido
y saberlo mío y tuyo
                              y nuestro

por encima de todos los objetos mencionados

y de todos los seres
vivientes.


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